El tango suena otra vez, la cerveza fría empaña el vaso, los amigos me acompañan, baile, risas, la vida sigue, la gente disfruta, festeja un cumpleaños o el encuentro con quienes quieren, o simplemente nada. La música… la música sigue en el ambiente y mis amigos junto a ella.
Una pareja baila, y es la vida que me muestra que todo es movimiento, un amigo hace sonar un vals, y después una milonga, y después un tango, que aunque triste me muestra que siempre hay vida en el más triste de nuestros momentos.
La noche sigue, y me escapo a otro lugar, y a otros amigos, y me encuentro con otra música, y con una mujer que canta, y veo que no todo tiene el mismo color, ni los mismos gustos, ni los mismos vestidos, y me doy cuenta que casi todo es distinto a solo unas cuadras de distancia, casi todo.
Los amigos son otros, distintos, no son los mismos que me visitaron en mi trabajo, no son los mismos que me acompañaron en la tarde para inscribir a otros 30 en una carrera, ni los que estuvieron hasta pasada la medianoche mandándome mensajes para hacerme sentir bien, son otros, pero son los mismos, son amigos.
Tomo cerveza en un lugar, tomo cerveza en el otro, la música es distinta, las luces son otras, las ideas son otras, tomo algunas fotos a la mujer que canta, distintas a las que tome horas antes en una marcha silenciosa, recordando a muchos que no están entre nosotros, y entre disparo y disparo me doy cuenta que la vida sigue, por más dolorosas que sean las cosas.
Están los que se preocupan por mis problemas, y los quiero por pensar en mí, y están los que se cagan de risa de mis problemas, y los quiero por demostrarme que no hay nada más lindo que estar vivo; lo demás, lo demás no importa.
Hace tiempo que no sentía un dolor tan intenso en mí, hace tiempo que algo no me defraudaba tanto, pero es la vida que me sigue demostrando que para sentirse vivo, uno debe enfrentar con la misma tranquilidad las alegrías y las tristezas. Eso es vivir, una suma de buenos y malos momentos, depende de cada uno el resultado.
La música sigue sonando, ahora es un hombre el que canta, las manos de una mujer le roban sonidos a un tambor, otra cerveza empaña mi copa, y nuevas fotos guarda la memoria de mi cámara. La vida sigue entre canción y canción, la conversación va de un lado a otro, el tema no importa demasiado, la idea es estar juntos, pasar el rato, vivir.
Llego a casa, la cerveza acumulada marea un poco, preparo un café, mientras enciende la computadora me doy cuenta que otra vez tengo ganas de escribir, solo, en silencio, de madrugada, como hace tiempo no lo hago.
Otra vez contar mis miserias, otra vez contar mis alegrías, otra vez sentirme vivo.
Otra vez una crónica de viernes.