martes, 18 de agosto de 2009

Usted preguntará ¿por qué corremos?




Un fin de semana sin carreras es algo extraño.
Si a eso se le agrega que las inclemencias del tiempo obligan a quedarse encerrado, sin posibilidades de entrenar, uno diría que es una ocasión propicia para pensar en voz alta y escribir.
Quienes aún no disfrutan de esta locura, no terminan de entender las razones por las cuales seguimos casi “religiosamente” toda una rutina de entrenamientos, aunque llueva, truene, haga un frío terrible de 0 grados o tengamos un calor insoportable de 35 grados.
Allí estaremos los “locos que corren” atrás de un imaginario arco de llegada, tratando una vez más de bajar apenas en 10 segundos nuestro promedio por kilómetro, o quizás –en el mejor de los casos- mantener nuestros tiempos.
Allá por el año 2006 y ya con 46 años, empecé a trotar en el Urunday Universitario arriba de una cinta.
Así estuve unos 4 meses, hasta que en agosto de ese año llegó la Reebok, en un día de un frío terrible.
Fue mi primera carrera, donde puse casi 1 hora para llegar.
Corrí con un calzado más apropiado para practicar basketball que para correr. Quedé destruido, pero con la satisfacción de haber superado mis dos objetivos: llegar, y hacerlo en menos de 1 h 15 minutos.
A partir de allí no pude parar. “Run Forest, run ...”
En el 2007 el campeonato de la AAU empezó en Florida, largando desde el Estadio.
Cuando llegué a la inscripción, me ofrecieron anotarme para todo el campeonato, cosa que hice más que nada para evitarme el trámite en cada carrera.
No falté a ninguna ...
Allá por agosto de ese año, subiendo el Cerro de Montevideo, me encontré a Rai, un “gordito” (¡cómo cambiamos, compañero!) que me invitó a sumarme a un grupo de corredores que se estaba armando, el “Sayago Running”.
Dudé, pero como tenemos instinto gregario, me sumé cuando identifiqué un par de hijos de compañeras de trabajo en ese mismo grupo, más otro par de conocidos del Urunday.
En la Nativa de ese año, acompañé a Gonza –mi hijo- en su debut en la distancia.
Ese fin de año, algunos del equipo me acompañaron a la entrega de premios de la AAU en el LATU.
El 2008 fue la consolidación del grupo como tal.
Seguimos sumando gente e incorporando nuevas disciplinas.
Debutamos en MTB, duatlón, triatlón y carreras de aventura.
Recorrimos el país atrás de alguna meta.
Conocimos a un montón de gente, que sin pedir nada a cambio, se pone a tu lado y te ofrece su apoyo cuando las fuerzas ya no dan, o te aporta un consejo valioso para ayudarte a mejorar.
Hasta cometimos la locura de organizar una carrera como parte del Campeonato de la AAU ... pusimos plata de nuestro bolsillo, trabajamos como burros, nos cansamos e incluso hasta alguno se lesionó cargando vallas ...
Estuvimos cerca de declarar “persona no grata” al Capitán Rai por esa idea ... pero salió. ¿Cómo pelearse con alguien que –en el acierto o en el error- pone lo mejor de sí para construir algo en forma conjunta?
Fue el año de mi debut en la “distancia reina”, la maratón.
¿Cómo podré olvidar esa primera locura en Porto Alegre?
Tengo grabadas cada una de las imágenes en mi cabeza ... y en mi corazón.
Recuerdo a Paulo yendo a la sala de embarque a las 6:00 AM en el aeropuerto a despedirme con un abrazo.
Recuerdo a Rai pendiente de mis noticias por teléfono.
Recuerdo el “homenaje” que me hicieron colgando un cartel de bienvenida en el gimnasio. Recuerdo a las profes Fabiana y Magela casi “retándome” por mis locuras.
A las cuatro semanas, fuimos a correr otra maratón a Rosario, junto con Paulo, Víctor y Ariel. Allí estuvo el Tío Yeritano con sus enormes consejos. Allí recibí de Ariel la bandera uruguaya para ingresar a los últimos 300 mts. con un nudo en la garganta, mientras agradecía a todo el público por su aplauso y el “aguante uruguayo” que escuché.
Allí me esperaba Adriana, asombrada e incrédula cuando le dijeron “ahí viene Jorge” ...
Había bajado mi tiempo en 1 hora 1 minuto en tan solo cuatro semanas.
Y el Tío Yeritano lo relató en su crónica.
Le siguió la maratón de Punta del Este, el 7 de setiembre, donde volví a bajar mi tiempo, ahora llegando a 4 h 16 minutos.
Para muchos, impresentable, para mi un logro increíble.
¿Cómo olvidar la cara de Pablito Lapaz cuando se asomó a la sala de aparatos del Gimnasio, pidiéndome consejos pues iba a correr la maratón de Punta del Este?
La Cannondale en Sierra de las Ánimas fue el debut en MTB, muy “empujados“ por Pablo. Seguimos con la Aventura GT, Misión GT (donde Rai me dejó “remando solo” ...), y cuanta carrera apareciera.
En la Reebok 2008 tuve la satisfacción de correr junto a mis dos hijos –Maite (que también se animó) y Gonza- con la bandera del equipo.
En mis vacaciones en enero de 2009, Pablo y Rai – verdaderos hermanos de ruta- se fueron hasta Piriápolis para salir a entrenar junto a Víctor ...
¿cómo olvidarlo?
En abril me fui a Santiago a correr la media maratón, juntando paseo en familia con carreras.
¿Cómo olvidar ese mar de cerca de 20.000 competidores, hermanados por una carrera?
Cómo olvidar esa llegada con la bandera uruguaya desplegada, y la emoción de ver a Adriana, Vivi, Maite y Gonza con un cartel que decía “Vamos Pá – Uruguay”?
Llevo más de 1.100 km en competencias oficiales (más de 100 carreras), registradas una por una.
Bajé unos 5 kg y me alimento mucho mejor.
Además de los incondicionales del equipo, también está la enorme cantidad de amigos que he ido encontrando en otros grupos.
Por todo eso, corro.
Le gano a muy pocos, pero siento que gano en calidad de vida.
O mejor: muchos llegan antes que yo a la meta, yo siempre gano.




Jorge Xavier

1 comentario:

Anónimo dijo...

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