Todo muy bien con hacer sociales en el viaje de ida y dormir la siesta a la vuelta, pero el domingo quería estar un poco en casa. Así que el viaje lo hicimos en auto, creo que llegue a casa a la misma hora que estaba saliendo el tren de Florida hacia la capital.
Por suerte los punteros de la competencia, esos muchachos que andan rápido, también fueron veloces a la hora de pensar como terminar antes y acortaron el camino de todos los esforzados atletas, ahorrándonos unos metros, y unos minutos de sufrimiento, por lo que la carrera de casi 9K pasó a ser de 8K y casi todos nos pudimos jactar de haber mejorado nuestros tiempos.
En resumen un buen negocio para todos los que veníamos del receso invernal con pocos kilómetros encima, aquellos que solo queríamos cumplir con la etapa y volver temprano a casa.
Luego del domingo podía encarar la semana, como el momento ideal de retomar mi entrenamiento…………………………entre…………………..na…………………..mien…………………..to………
Estoy necesitando un sicólogo, no hay duda. O un siquiatra.
Cada vez que esa palabra se cruza por mi desprevenida mente, algo sucede y quedo en blanco.
Si alguien me escribe un mail o me pasa un SMS preguntándome cuando entreno, mis dedos se entumecen y no responden los mandatos de mi ya atrofiado cerebro de corredor. Por lo que no puedo concretar ningún entrenamiento semanal.
Ya a mediados de la semana, la culpa es demasiado grande por lo que busco un tiempo libre para hacer algún kilometro. Por lo general en la noche, casi siempre por la rambla, siempre con frío y viento. Pero lo hago, y una vez lavada la culpa vendrán varios días más de sacarle el culo al entrenamiento, y así voy alternando mis semanas entre la culpa por no entrenar y la responsabilidad de por lo menos hacerlo una o dos veces, en el mejor de los casos tres, pero esto es casi imposible.
Mis más de 100 amigos de Facebook , tienen tiempo para mandar boludeces de uno a otro, o contestar encuestas, o subir fotos, jugar e invitarte a eventos, o solo escribir que están pensando y/o comentar que están pensando los demás, a mi solo me da para ignorar todas esas solicitudes.
Mis casi 100 contactos de MSN escriben frases motivadoras acompañando sus nombres y hasta los adornan con creativos dibujitos, pero siempre están conectados en horarios en que yo debo cumplir mis obligaciones laborales, o mis pocas sesiones de entrenamiento. Y todavía en algunos casos se ofenden porque no saludo.
Necesito un especialista, aún no se en qué.
Estoy todo el día conectado a Internet, pero no puedo Chatear, no puedo jugar ni leer las noticias, no puedo Facebookear y ni siquiera Googlear.
Apenas puedo, una vez a la semana, escribir una crónica de viernes.
César Tubino.
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