7 de julio 2010 – Hora 22 30 – 15K – Viento fuerte/frío/arena – Va 1/Faltan 4
El viento en contra me empuja y quiere detenerme, la arena de la playa hace que sienta agujas en mi rostro, no sé qué temperatura hay pero a pesar de los guantes, las calzas largas, la campera y el gorro, el frío se siente, me faltan 2 km para completar los 15 pautados en mi entrenamiento, los corro pensando que ya no hay vuelta atrás, va un mes de entrenamiento y faltan cuatro más.
Marque especialmente ese día en mi registro de entrenamiento, en ese momento, luchando contra el viento, la arena y el frío supe que nada me detendría para lograr mi objetivo.
A pocas horas de emprender el viaje hacia el punto de largada ya es difícil conciliar el sueño, la madrugada otra vez me acompaña y el teclado me ayuda a calmar la ansiedad, ya tendré tiempo de descansar mientras recorro los más de dos mil kilómetros entre Montevideo y Villa La Angostura.
Pasaron los meses, y con los kilos perdidos fui notando que terminar 10K ya no costaba tanto, y me acostumbre a correr 20 o 21k dos veces por semana.
Cuando complete los primeros 25K y aún me sentía con fuerzas para seguir me sorprendí, como se sorprendían los parroquianos del boliche viendo al tipo que ponía la música tomando agua mineral sin gas y preocupado por irse a dormir temprano.
Después vendrían 30, y después 32, y después ya no hacían falta más para saber que nada es imposible si nuestra mente esta enfocada.
Cada kilometro fue generando sobre todo confianza y la seguridad que estaba siguiendo el camino correcto, a pesar de que mis amigos me reprocharan entre puteadas cariñosas, que ya no los acompañara a tomar y a cantar desafinado los jueves por la noche.
Siempre hay que renunciar a algunas cosas, tuve que comer mejor, tomar menos (mucho menos), sacar menos fotos, y manejar el tiempo en función del entrenamiento, aunque sin desvivirme por cumplirlo y sin convertirlo en una obsesión.
El esfuerzo no fue solo mío, también de la gente que me bancó hablando de un solo tema durante cinco meses, mis amigos, los compañeros de equipo, de laburo, los jefes con los que tuve que negociar la licencia, y sobre todo, las personitas más importantes de mi vida, mis hijos, que sin entender demasiado porque su padre está tan loco, sienten casi la misma ilusión que yo. Si de algo sirve todo esto, que sea para demostrarles lo importante de marcarse metas y dar todo de uno para cumplirlas.
6 de noviembre 2010 – Hora 19:45
Quito el chip de mi calzado, recibo mi cuarta medalla de una Nike y mientras camino entre cientos de camisetas verde flúo, pienso que una vez más tengo una prueba de que el esfuerzo de entrenar da sus frutos. Acabo de correr 10 km en un tiempo que nunca imaginé ni me propuse correr, mi objetivo de 45 minutos, soñado desde hace años, quedó corto, termino una nueva Nike tranquilo y llegando entero en 43 minutos y 41 segundos.
Lo más difícil ya pasó, siento que ese es el gran logro, la constancia suficiente para pararse en la línea de salida lo mejor preparado posible, sobre todo mentalmente, cinco meses de entrenamiento, no muy estricto, pero si con un objetivo claro y reafirmando una pequeña enseñanza, nada se logra sin esfuerzo.
Cesar Tubino
1 comentario:
Estarás allí...
... Si me permites un deseo, crúzate en algún tramo de ese bello paraje, algún que otro pensamiento para los viejos soñadores como yo... Cobardes soñadores como yo... Que aún no se animan a enfrentar las visicitudes de la vida y alcanzar la meta de sus añoranzas...
Un abrazo... Tú que soñaste, vé a la largada y llega!!!!!
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