jueves, 3 de febrero de 2011

FIN DE AÑO EN LAS UROPAS (O COMO PASAR AÑO NUEVO SIN TIRAR BOMBAS BRASILERAS).

La anatomía es una de las materias “duras” en la Facultad. Estudiar cada músculo, cada nervio y arteria, cada vena y vaso linfático de todos los órganos es un reto muy grande.

Para poder afrontar esto, dividimos al cuerpo humano en regiones, como el miembro superior, el miembro inferior, el tórax, etc. A su vez, cada una se divide en sub-regiones, como por ejemplo, la región de la axila, la región anterior y posterior del brazo, la cara palmar de la mano, etc.

Esto nos permite fijarnos límites y objetivos, seguirlos y cumplirlos. Los docentes y estudiantes tenemos un plazo de tiempo para cumplir una tarea determinada. Cumplido el tiempo, se cambia de región y así sucesivamente.

Luego de muchos meses de estudio de regiones, se debe hacer el esfuerzo de “reunir” de nuevo a ese ser humano que descompusimos en regiones mas pequeñas para poder estudiarlo.

Parece que el ser humano debe hacer eso: fragmentar las cosas complejas en múltiples cosas simples.

Eso es lo que hacemos a fin de año. Lo complejo de la vida lo fragmentamos en pequeñas etapas que se llaman años y terminado cada año, pasamos raya y evaluamos como nos fue. Si nos fue bien, genial y si el año que termina nos dio mucho palo…pues empieza uno nuevo y ponemos nuestras esperanzas en que algo cambie.

Es claro que nuestra vida no cambia porque cambia el año, pero si es verdad que es un mojón que podemos usar para cambiar nosotros mismos las cosas que dependen directamente de nosotros.

Por eso, creo que los mensajes de fin de año no son una cosa repetida y vanal. Uno se toma la molestia de llamar o mandar mensajes de texto o mails para saludar, agradecer o acompañar a la gente que quiere y recuerda.

Como balance personal, este año fue bueno y lo termine de la forma que quiere terminarlo cualquier enfermo mental que corre. Lo termine corriendo.


El porque lo termine corriendo merece ser contado.

Y aquí reaparece la anatomía, que no es mas que el estudio de la forma.

Luego de terminar mis cursos como estudiante, me prepare y concursé para ingresar al cuerpo docente de la Facultad. Concursé, entré, di clases durante 4 años y opté por concursar nuevamente y subir en el escalafón docente. Nuevamente me fue bien y continúe trabajando en lo que me gusta. Pasó el tiempo, pasaron cientos de estudiantes. Algunos dejaron su huella, algunos son hoy mis amigos. El tiempo me hizo darle clases a un estudiante español que esta estudiando en Maldonado y la casualidad hizo que le tomara un examen. Cuando terminó el examen me dijo “Te agradezco porque este es el primer examen en donde además de dar un examen, aprendí”.

Nos cruzamos por los pasillos con asiduidad, un día me regaló un llavero con el símbolo de su ciudad: Madrid. El tiempo también me mostró que Alfonso era un tipo hecho de buena madera.

Cuando estaba en aprontes para venirme a Madrid, Alfonso me dice “Si necesitas algo en el Hospital La Paz trabaja un amigo de mi padre, escribile nomás”

Las cosas que se me complican porque del Hospital no me confirman si me aceptan o no, decido escribirle “al amigo del padre de Alfonso”.

Para mi sorpresa, me contesta Manuel Quintana. Me da una gran mano con los tramites vía mail, me contacta con otro colega (Francisco Leyva) y mis cosas se encaminan.

Manuel es invitado a dar una conferencia sobre trastornos de la coagulación en la emergencia en mi hospital (el gloriosos Clínicas) y finalmente, luego de intercambiar mails, nos vemos la cara.

De rigor salimos a comer algún mamífero a la parrilla, Manuel que se vuelve a Madrid, yo que termino de aprontar mi viaje. Llega agosto y yo en Madrid. Pasa el tiempo y nos vemos acá. Manuel me recibe como si me conociera de toda la vida. Conozco a su familia y son tan cálidos y buenas personas como él. Su mujer y sus hijos me tratan a mi y a mi familia con la misma naturalidad con que tratarían a sus amigos de la diaria.

En una de las escasas visitas que le hice a la emergencia del La Paz (lo cual es una vergüenza de mi parte porque estoy en el mismo hospital), Manuel me invita a correr una carrera corta que se hacía en el parque del retiro. Esa es una de las invitaciones a las que nunca digo que no. Corrimos con el padre de Manuel (que puso un ritmo interesante a la carrera de 5k), con el hijo mayor de Manuel y con un grupo de amigos relacionados con la medicina.

Luego me invito a correr la San Silvestre Vallecana. Y que voy a decir yo???

Nuevamente, el running nos reunió a Manuel, un grupo de amigos, su familia… y a Alfonso que corrió con su padre.

Brevemente diré que la San Silvestre es lo mas impresionante que me ha tocado vivir en el mundo del running. Hubo 35.000 inscriptos, mas los que corrieron sin anotarse. Por ser el 31 de diciembre, Madrid era una fiesta de gente alentando. Corredores disfrazados de piratas, de Pac Man, con pelucas, disfrazados hasta de espermatozoides!!! Manuel corrió con la camiseta número 10 de la selección nacional. Pero de Uruguay. Cuando estuvo en Montevideo le regalaron la camiseta y prometió que correría la San Silvestre con ella. Y cumplió


La San Silvestre fue una verdadera fiesta que no olvidaré.

Esta breve crónica tiene un poco de todo: anatomía, medicina, running y sobre todo, es un agradecimiento a un grupo de personas que estando presentes o simplemente con un mail o un mensaje telefónico han hecho mi estadía madrileña mucho mas fácil.

Les deseo a todos un buen inicio de año.

Les deseo de verdad, que si el año que paso fue bueno, se repita

Si no lo fue, ojalá que se pueda dar vuelta la hoja rápido.

Y sobre todo, les deseo que caminando por la vida, se crucen con gente como esta que he conocido aquí en Madrid.
Fernando Martinez

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