lunes, 26 de enero de 2009

"Los championcitos me pesan y las medias me dan calor....."

Todo debió comenzar a las 6.00 am levantándome tranquilamente y preparándo todo como de costumbre para una nueva aventura, pero no fue así, esta vez la mañana comenzaba diferente cuando sonaba mi despertador y por primera vez desde que corro lo apagué, pues pensé "¿por qué sonó esto si hoy no tengo nada que hacer?" y seguí durmiendo plácidamente. Una hora más tarde me despierto sobresaltado y pienso: "pa' la Misión". Y salimos con toda la familia raudos rumbo a la Barra.
Llegamos poco más de las 9.30, con la lengua afuera, y los niños que no entendían nada. Después de cruzar el puente de la barra como tres veces hacia un lado y el otro llegamos a la largada.
Arrancaron las primeras categorías, en donde largó nuestro compañero de Sayago Running Diego Araujo, quien tuvo una DESTACADÍSIMA actuación culminando con un tiempo de 2 horas 26 minutos quedando octavo, una verdadera revelación de nuestro humilde y modesto compañero. FELICITACIONES DIEGO !!!!.
Un poco pasada las 11 largamos con mi compañero Victor Trillas, corriendo raudos hasta los kayacs, que estaban a unos trescientos metros de la salida. Nos subimos al kayac y comenzamos a remar con fuerza, a veces era tanta la adrenalina al remar que mi pobre compañero se ligó unos 10 o 20 golpes por el lomo y la cabeza con mi remo, ¡aquello parecía que era un potro que marchaba a puro rebenque!, mientras le decía "vamo compañero... vamo que falta poco". Íbamos bastante bien, entre los diez primeros, a unos 20 metros de Pablo y Raul quienes avanzaban a paso firme. Al llegar a la mitad del recorrido cuando había que dar la vuelta en una boya, nos quedamos por el camino, de lo cual asumo toda responsabilidad. Debíamos doblar a la izquierda y yo intenté abrirme un poco a la derecha para mantener la posición y cerrarle el paso a las demás parejas que nos venían comiendo los talones, pero me pasé de fuerza y quedamos varados por un minuto en dónde los demás nos pasaron expresos. Allá al final de la fila remamos duro para recuperar posiciones. Enseguida otra complicación, el sudor mezclado con el protector solar comenzó a correr por mi cara hasta metérseme en los ojos, y me ardía hasta el apellido; para sacármelo me secaba con ese vital elemento para remar (los brazos), lo cual hizo que no pudiera remar cómodo, por suerte mi compañero que iba sentado delante me miraba con su nuca sin percatarse de mi caótica situación.Yo pensaba "¿pa qué me habré puesto protector con este día nublado?; por supuesto mi compañero de todo este periplo ni se enteraba mientras miraba firme al horizonte. A falta de 100 metros para culminar con nuestra accidentada travesía quedamos encallados en un banco de arena, me bajé y tiré con el kayac y mi compañero sacando fuerza con mi bronca y decepción. Al final llegamos a la costa y comenzamos a correr por la arena unos 1500 metros hasta que el camino de arena se transformó en una pasada de 100 metros por un canal en dónde no se hacía pie. Cuando vi la situación que teníamos delante pensé " bueno no es tanto…. vamo arriba che". Empecé a nadar, por supuesto de championes y medias con mi cuerpo de manera casi vertical, "aquellos championes pesaban como dos valijas llenas de plomo...", para colmo de males mi chaleco salvavidas se había transformado en una trampa mortal, el desgraciado estaba roto y se me enroscó en el pescuezo y el brazo izquierdo, lo cual no me permitía nadar ni crol ni espalda, lo único que podía hacer era acostarme y patalear. Cuando llegamos a la orilla se vino otra corridita por la arena de unos quinientos metros y adivinen qué?…….el camino de arena se terminó y lo único que teníamos delante eran unos 300 o 400 metros de AGUUUAAAA linda y fresquita para nadar un rato, pues no se podía hacer pie. Nos tiramos con mi compañero muy enérgicamente y a los 50 metros ya no queríamos nada. Como el único estilo que podía nadar era panza para arriba no veía la otra orilla por lo cual me fui desviando un poquito al punto que por un momento estaba nadando en paralelo a la costa, ahí pensé: "voy a orientarme por el sol", seguí pataleando y mi cuerpo parecía que tenía un imán para nadar en paralelo a la costa y no hacia ella. Como esa técnica no resultó me orienté por unos árboles que tenía a mis pies, miré esos árboles como a dios y empecé a darle duro sin perderlos de vista, ahí la cosa mejoró un poco, pero yo me sentía cansado y como un náufrago en el medio del Atlántico.
Finalmente llegué a la orilla donde me esperaba mi compañero abatido y cansado tanto como yo pero aún la historia nos se terminaba... Comenzamos a correr por la arenita unos 500 metros cuando……para variar se terminaba la arena y comenzaba otra vez una nueva agüita para comquistar, nos separaban unos 70 metros de la última orilla, ahí pensé: " no es tanto vamo arriba".Como pueden ver mi actitud era positiva pero el universo se empeñaba en darle chicote a estos dos cuerpos.
A la primera zancada que dimos en el agua sentimos el barro pesado que nos tiraba para abajo, a los 4 metros nos enterrábamos hasta la cintura, y eso parecía arena movediza, lo cual hizo insoportable caminar, tanto como nadar dada la poca profundidad del agua. Entonces fue ahí donde inventamos un estilo nuevo de nado "EL BAGRE", y en cuatro patas y rasqueteando con manos y pies en el barro avanzamos muy muy lento pero relativamente seguros, aguantando el olor que salía de esa agua que no era muy distinta a la fragancia que nos regala todos los días nuestro querido Miguelete.
A falta de unos metros para llegar había una fila de banderas que marcaban el camino por la arena y un fotógrafo al costado que se reía a carcajadas de nuestra situación, ahí le comenté a mi compañero: "seguramente el desgraciado inventó este circuito" y del fondo de mi compañero salió una bocanada de palabras irrepetibles propinadas hacia el jocoso fotógrafo.
"Por fin en tierra firme... ya me estaba empezando a sentir un sapo entre tanta agua y barro!". Rápidamente tomamos nuestras bicis y comenzamos a rodar muy enérgicos, hasta que a los 4 kilómetros de haber salido, a mi bicicleta, esa compañera de ruta que nunca me falla, se le trancó la cadena. Ahí pegué un grito:" Victor….. me quede" , allá pegó la vuelta mi compañero y luchamos unos 15 minutos para destrabar a la muy desgraciada, logrando ponernos nuevamente en carrera. Después de tanta peripecia todo transcurrió con normalidad y completamos el recorrido sin mayores inconvenientes.
Y se vino el tramo final ...nos bajamos de las dos ruedas y a correr! Victor estaba muy bien y le restaban fuerzas para rendir aún más, yo estaba cansado y me tuvo que hacer el aguante. Corrimos unos 1500 metros desde la zona de bicis hasta el arco, allí estaba Diego Araujo quien nos dijo que sólo nos restaban 3 km para terminar 1500 de ida y 1500 más de vuelta. Seguimos con Victor trotando suave, reconozco que me hubiese gustado mucho poder seguirle el tren pero me faltaban fuerzas y di lo que pude con este cuerpo que amagaba con acalambrarse.
Finalmente cruzamos el arco de llegada a las tres horas, allí estaban nuestros compañeros Diego, y los risueños Pablo y Raul saboreando el futuro asadito prometido.
Si bien fue una historia que empezó complicada y trasncurrió igual, siempre en el tintero quedan esos gratos momentos que nos regala el deporte, en donde están los amigos, los paisajes, la familia, y lo que es mejor el luchar y lograr superar nuestras propias lmitaciones, aunque todo eso cueste cumplir con un asadito empeñado.
 
Pablo Lapaz.
 

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