Esta ocasión corría mi cuarta Misión, y esta vez con un nuevo desafío, correrla sólo, pues las anteriores las había corrido con Victor y Pablo. Para ser sincero los extrañé, principalmente en la última parte (remo), me acordé mucho del compañero Jorge Xavier, a quien en una oportunidad lo vi remar sólo y no podía entender porque le había costado tanto , ayer lo entendí cada vez que sumergía el remo en el agua.
Todos le sacaron la cola al jeringazo, ninguno de mis compañeros me quiso acompañar en esta, seguramente ya aparecerán con los primeros calores, mientras tanto invernan al costado de alguna estufita, y con alguna bolsa de agua caliente entre las patas, de agua gélidas y corridas en el frío ni hablar, eso está reservado para los "poco cuerdos".
En cuanto a la organización, excelente como siempre, cuidando hasta el más mínimo detalle, por ejemplo la cinta de la medalla era del mismo color que la remera, cosa que no fue casual, pues en las etapas anteriores también se dio la misma coincidencia.
La hidratación nunca faltó, fruta a granel y las idas y venidas de los organizadores y colaboradores, de acá para allá recorriendo los diferentes circuitos, eran permanentes.
LA CARRERA
Arrancamos todos corriendo poco más de 1 km por la arena hasta llegar a los botes, ahí nos dividiríamos y los que corríamos sólos nos pegábamos la vuelta por donde habíamos venido hasta llegar a las bicis, que estaban a unos 5 km y pico. Las parejas se quedarían haciendo el tramo de kayac.
Llegué a los botes entre los 7 primeros de la general, de hecho por unos gloriosos segundos lideré el grupo de corredores, ja ja ja, poco me iban a durar los segundos de fama. Pegué la vuelta, quedando en cuarto lugar de los individuales, ahí corrimos hacia la Interbalnearia a levantar las bicis que estaban en el arroyo El Bagre (San Luis).
Llegué a las bicis en 26 minutos, “¡y a disfrazarse de ciclista se ha dicho!”, me cambié los championes por las zapatillas de ciclismo y me los colgué de la parte delantera de la mochila por miedo a perderlos y no darme cuenta. Debíamos cargar con los championes , pues los necesitaríamos para cuando dejáramos las bicis y siguiéramos corriendo. A las tres cuadras los championcitos volaban con cada pedaleada, era como ir dominando una pelota con las rodillas, entonces decidí seguir con ese peculiar estilo hasta en tanto pudiera soltarme de manos en la bici y los pudiera desatar para colgármelos del cuello.
Allá como a 1 km tomamos un camino de balastro y ahí sí comienzo a desatarlos cosa que casi me cuesta una linda siestita en la cuneta, solucionado el desanude me los cuelgo del cuello y los desgraciados me empiezan a apretar el pescuezo,” ah si si si la cosa no pintaba para viaje de placer”. Seguimos hasta el km 11 de bici y nos adentramos en un campo hasta un PC donde dábamos la vuelta en U y retornábamos.
El paisaje estaba muy bueno, era ni más ni menos que otra de las lindas estampas de nuestro paisito, montes nativos, también eucaliptus que nos recorrían por dentro con su aroma, refrescándonos a cada bocanada robada al aire.
Allá como a 1 km tomamos un camino de balastro y ahí sí comienzo a desatarlos cosa que casi me cuesta una linda siestita en la cuneta, solucionado el desanude me los cuelgo del cuello y los desgraciados me empiezan a apretar el pescuezo,” ah si si si la cosa no pintaba para viaje de placer”. Seguimos hasta el km 11 de bici y nos adentramos en un campo hasta un PC donde dábamos la vuelta en U y retornábamos.
El paisaje estaba muy bueno, era ni más ni menos que otra de las lindas estampas de nuestro paisito, montes nativos, también eucaliptus que nos recorrían por dentro con su aroma, refrescándonos a cada bocanada robada al aire.
Yo andaba a mis anchas puro campo y soledad, hasta que mi idilio terminó de golpe cuando se me vienen dos competidores de frente, ahí pensé: ¿y estos de dónde salieron?, casi me dejan girando como molinete los muy encarnizados, sus rostros se perdían en el horizonte con esas miradas serias típicas de los punteros.
Salimos del campo a un camino de balastro el cual nos recibió con lo mejor que tenía para darnos en lo que a olores se refiere, y pasamos de la frescura de los eucaliptus a un ambiente típico de los galpones de la Rural del Prado, el olor a bosta se impuso de prepo no más. Por ahí me pasa Alejandro Nicola a quien intento aguantarle el ritmo, ja ja ja no le aguanté ni la polvareda que dejaba atrás, ellos ya habían hecho la parte de remo y venían encaminados a terminar.
Finalmente llego a la Interbalnearia, donde debía dejar la bici y ponerme los championes para correr en 52 minutos. Arranqué esta parte de running bastante bien, a un buen ritmo corriendo desde Guazubirá hasta San Luis, donde entrabámos luego de pasar por debajo del arroyo el Bagre. Corrimos una media hora aprox hasta que llegamos, ahí venía en sexto o séptimo lugar de mi categoría. Me subí al kayac y luché un buen rato para alcanzar un poco de profundidad clavando el remo en la arena, como la única que me quedaba era mojarme... al agua pato se ha dicho, a lo lejos trataba de divisar la boya, cuando la veo me dije: “esto se te va a hacer largo Pablito”.
A los 500 metros ya estaba cansado y descansé un poco mientras mi kayac giraba y yo quedaba de costado a la boya mirando hacia las costas argentinas, ja ja ja, como que la cosa no daba para descansar. Logro alcanzar la boya y pego la vuelta, por supuesto con un giro bien abierto, bien característico de los que nos falta unas cuantas horas de vuelo, bueno en este caso de remo, por poco termino en el Atlántico. Cuando logro tomar de nuevo el curso dos competidores me alcanzan. En la soledad y mi inexperiencia se me venían imágenes de gente remando, tratando de meterle a mi cabeza un curso rápido de remo que me permitiera llegar con algo de dignidad a la orilla. Para colmo de males estaba muerto de sed, miraba para el costado y no concebía tanta agua y no poder probar ni un sorbo. Seguro que si probaba un buche de esa agua salada que se podía hasta respirar iba a bautizar la costa con un buen souvenir que saliera generosamente de mi cuerpo.
Finalmente llegamos a la orilla y cuando me quedo con el agua a la altura de la cintura me di cuenta que mis ganas de llegar me habían jugado una mala pasada, ahí mismo y sin aviso las dos piernas se me acalambraron de tal manera que me tuvieron que ayudar a salir del agua. Como no podía ni caminar me tiré en la arena fría, aquello era lamentable, parecía un lobo marino tirado en el piso. Por dentro estaba que volaba de bronca, pues sólo me restaba correr por la arena, poco más de 1 Km. Ahí dolorido recurrí a San Ratisalil, estirando un poco hasta que me pude parar y arranqué con un trote suave por la arena, por supuesto que en ese rato pasé del puesto 7 al 15, en el cual terminé.
Finalmente terminé con un tiempo de 2 horas 16 minutos, con los dientes apretados por haberme acalambrado a falta de un suspiro para llegar y después de haber hecho una carrera bastante prolija.
Pero luego de la ducha y que la bronca pasó, hice las pases con este cuerpo, más no le puedo pedir, venía de hacer los 42 de la Maratón de Montevideo y los 17 de la Salomon, gratis no me la iba a llevar, y en definitiva el objetivo estaba cumplido, trabajar sobre mi resistencia, mi objetivo hasta fin de año.
Luego de cruzar el arco lo de siempre lo que más ansío ver, los afectos, mi compañera, mis amigos y otros competidores con quien siempre es un gusto cruzar alguna palabra. Allí estaban mis dos sobrinos Toto y Manu, revoloteando y llenando de sonidos el silencio del lugar. También estaban mis dos amigos de locuras Raúl y Pablo, Claudia con su aguante incondicional y sus palabras de aliento para enfriarme cuando no quedo del todo satisfecho con mi rendimiento.
Ahora me restaba descansar, comer bien e hidratarme, pues al otro día me esperaban los 10 km de la AAU en Sauce, y si bien no estaba cansado, había quedado con esa pequeña molestia que nos deja de recuerdo los calambres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario