Si el barón de Coubertin logró cuatro años antes alcanzar su sueño de revivir las antiguas olimpiadas, en los primeros días del siglo XX logró otro de sus denodados empeños: que París, su ciudad natal, organizara unos Juegos.
Y lo hizo bajo el paraguas de ser la capital del mundo en aquel 1900 y sede de la Exposición Universal. Pero además alcanzó un logro que marcó los II Juegos Olímpicos: la participación por primera vez de las mujeres, 22 de los 997 participantes.
Participaron 24 países (diez más que en Atenas), en 18 deportes (nueve más que en 1896).
La británica Charlotte Cooper (tenis) tiene el honor de ser la primera campeona del olimpismo. El fútbol debutó como olímpico, con victoria de los inventores de este deporte, los ingleses.
PARÍS 1900 EN CIFRAS:
24 países participantes.
997 deportistas: 22 mujeres y 975 hombres.
18 deportes. Diez de ellos fueron nuevos, algunos muy originales para aquella época como el cricket, golf o polo. No hubo, en cambio, ni halterofilia, ni lucha, y de los diez nuevos deportes que se incluyeron en el programa han permanecido seis: fútbol, hípica, waterpolo, remo, tiro con arco y vela. Han desaparecido el cricket, golf, lucha con cuerda, polo y rugby. Se disputaron 95 pruebas.
LA FIGURA DE LOS JUEGOS:
Ray C. Ewry (EE.UU., 1873-1973), víctima de una parálisis infantil a causa de la poliomelitis, fue el triunfador de las pruebas de saltos sin carrera: primero en altura, longitud y triple salto.
DEPORTISTA CON MÁS MEDALLAS:
Alvin Kraenzlein (EE.UU., 1876-1928), primero en 200 metros vallas, 110 metros vallas, salto de longitud con carrera y 60 metros lisos.
MEDALLERO:
Francia. Oro: 26; plata: 41; bronce: 34. Total: 101.
EE.UU. Oro: 19; plata: 14; bronce: 14. Total: 47.
Gran Bretaña. Oro: 15; plata: 6; bronce: 9. Total: 30.
EL PARÍS DE 1900:
París, la ciudad de la Luz, en el año 1900 era más luminosa si cabe. Fue el año de la gran Exposición Universal que tuvo lugar del 15 de abril al 12 de noviembre de 1900. La capital de Francia se proyectó como un haz de luces por todo el orbe y no hubo artista relevante o político de renombre que no visitara la ciudad ese año.
Durante la exposición, además, se celebraron los Juegos Olímpicos, los segundos de la Era Moderna. París, de ese modo, se convirtió en la capital del mundo.
El famoso puente de Alejandro III, el actual Museo de Orsay -que era una estación de tren y que en la actualidad alberga la mejor muestra de pintura impresionista y postimpresionista-, el Grand Palais y el Petit Palais, se construyeron para magnificar la exposición universal.
París se vistió de gala y los afortunados que la vieron la pudieron contemplar en todo su esplendor, además, subidos a una enorme noria que se instaló en una de las amplias avenidas parisinas y que tenía un diámetro de 100 metros. La pena es que se demolió a finales de los años treinta.
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