La rumana Constantina Tomescu se proclama campeona olímpica de maratón (2:26:44), por delante de la keniata Catherine Ndereba, que se llevó la plata, y de la china Chunxiu Zhou, medalla de bronce. Yesenia Centeno, en el puesto 45, fue la mejor de las tres españolas que disputaron la prueba.
La veterana rumana, de 38 años, encontró el premio estelar a su dilatada carrera y a la valentía mostrada cuando decidió emprender la aventura en solitario antes de la mitad de la prueba.
El día había amanecido gris, al contrario que los dos precedentes, con 23 grados y un porcentaje del 73 por ciento de humedad. Nadie se movió de verdad en la primera mitad de la carrera. Las atletas optaban por administrar reservas y las grandes favoritas tampoco se dejaban ver mucho salvo Radcliffe, aunque distaba mucho de ser la Paula de siempre, y Ndereba, a la que gusta incluso dejarse descolgar.
La británica Liz Yelling fue de las más activas antes y después de caerse en otro barullo, como la animosa Marmorallo Tjoka, de Lesoto, su aventura al frente del grupo finalizó justo después de que el circuito volviera a pasar por Tiananmen (kilómetro 15) por un problema también en el pie derecho.
Fue un medio maratón de desgaste, de ir paulatinamente 'limpiando' el numeroso grupo cabecero, del que no tardaron mucho en quedar atrás las españolas Alessandra Aguilar y María José Pueyo, y en el que tampoco tuvieron mucha presencia otras ilustres como la australiana Benita Johnson o la serbia Olivera Jevtic.
Ante esta situación solamente hacía falta esperar a que alguien perdiera la paciencia y optara por dar realmente el golpe de gracia para romper la prueba. La protagonista fue Tomescu. La rumana aprovechó un tirón inicial de Yelling para cambiar el ritmo de manera brusca e irse de manera irremisible para pasar ya en solitario el medio maratón (1h15:11).
El resto de aspirantes, ya sin la española Yesenia Centeno, que no pudo soportar el duro ritmo, rechazó de entrada el desafío. Aún quedaba mucho y optaron por dejar hacer a la rumana.
En el kilómetro 25, su ventaja era ya de 34 segundos y la diferencia iba en aumento, por lo que Radcliffe decidió asumir de entrada la responsabilidad en el grupo.
Pero la rumana, poderosa en su zancada, quería soñar y hacerse con la corona a los 38 años. No se rendía y ni siquiera el ritmo, ahora sí, de persecución impuesto por las chinas Xhunxiu Zhou y Xiaolin Zhu impedían que por el kilómetro 30 su ventaja fuera ya de 57 segundos.
Radcliffe cedió
Corta de forma, Radcliffe se descolgó del grupo de perseguidoras y aunque trató de resistir con su característico estilo, no pudo estar en la lucha en el momento clave y se descolgó, al contrario que Ndereba, que como siempre estuvo atrás pero que en el momento de la verdad aparecía en el lugar adecuado.
Su compatriota Martha Komu y Ndereba relevaban a las chinas a falta de siete kilómetros, cuando Tomescu, con una zancada amplia y potente y un braceo casi hasta aparatoso, disponía de 1:10 de ventaja en el km.35.
La rumana no acusó el desgaste de la aventura en solitario, y se dirigió al Nido con el poderío del que se sabe ganador, mientras que por detrás la lucha por la plata y el bronce quedó entablada entre las kenianas y las chinas.
Komu llevaba tiempo mostrando señales de gran desgaste y Zhu tampoco pudo aguantar justo antes de la entrada al estadio, con lo que se jugaron las dos medallas restantes Ndereba y Chunxiu Zhou ya en la misma pista.
Fue un esprint sostenido, con cambios de posiciones en el que se impuso Ndereba en los últimos metros para revalidar la plata que había logrado en Atenas, mientras que Tomescu ya celebraba su éxito más importante con el que ponía la guinda a largos años de sacrificio al que le faltaba un gran oro en unos Juegos o unos Mundiales.
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