Ayer participamos de la última carrera (¿o penúltima?) del año 2008 -la San Felipe y Santiago- con un recorrido sobre gran parte de la preciosa rambla de Montevideo que arrancó a las 20 hs. desde Carrasco y llegó al Km. 8 en Trouville. Me cuesta identificarla como una "carrera" pues en realidad para todo el equipo Sayago Running incluyendo a sus nuevos integrantes (seguimos creciendo) -y muchos otros- fue una verdadera fiesta. Así lo tomamos desde el principio, cuando acordamos salir a ritmo controlado, con nuestras banderas desplegadas, cantando y ofreciendo caramelos a los niños que encontramos al costado del recorrido.
En lo personal, fue mi carrera No. 87, llegué a 516 K recorridos en el año 2008 y me faltan 13 K para los primeros 1000 desde que arranqué allá por agosto de 2006. Pero como ya dije, eso importaba poco. Seguía arrastrando las consecuencias de mi fuerte resfrío desde hace días, y por tanto el ritmo controlado me venía muy bien.
¿Qué puedo decir? Sin dudas fue otra carrera diferente. El calor reinante hacía de las suyas, pero la calidez de la gente que se volcó a la Rambla a aplaudir el paso de los corredores, lo hacía muy llevadero. Vecinos con mangueras mojando a quienes pasábamos, inspectoras de tránsito que festejaban las ocurrencias de Tachu Oruga y de Pablo "Papá Noel", bomberos que también se sumaban a los festejos y se sacaban fotos con nosotros, niños que agradecían con una sonrisa los caramelos que repartíamos, y un final digno de la "Praca da Apoteose" en Río de Janeiro ... pues a escasos 200 metros del final, aguantamos y esperamos a nuestros compañeros que venían un poquito más atrasados, para cruzar la meta abrazados y desplegando nuestras banderas, como un verdadero equipo, en un tiempo neto de 1 hora 3 min. Recomiendo a todos los "locos que corren", a que en lo sucesivo, disfrutemos de esta manera de las carreras donde los tiempos no importan (o importan poco). Se gana mucho más en compañerismo, en calidad de vida, y se disfruta como nunca de esta locura. Y a quienes aún no se han sumado, a que lentamente empiecen a trotar ... no van a poder parar.
Para el final, algo que quedará para la anécdota. Fuimos con Fabián y Rai en el auto de Pablo, ya que su señora (Claudia) lo traía hasta la llegada. Nos esperaba estacionada frente a la Plaza Gomensoro, y de allí salimos. La locura del tránsito a esa hora hacía aconsejable circular con mucha calma. Apenas salimos, se me escapó ese estribillo de una canción "berreta" que dice "Yo soy tu gatita ... ", frente a lo cual Claudia -inmediatamente- pregunta "¿dónde está la radio de este auto?". Tenía razón ... Fabián dijo: "si, pues además yo lo tengo sentado al lado". Se frustró una carrera como cantante. En cuanto doblamos, Pablo decide subir hacia la izquierda, para lo cual se cruza cuando a su izquierda venía una 4x4 que le toca bocina. El improperio de Rai no es apto para menores, pues hizo referencia a aquel lugar de nuestra madre del cual venimos ... frente a lo cual Pablo comentó: "Rai, acabás de romper toda la magia de Papá Noel". Cuando llegamos a 21 de setiembre, Pablo decidió seguir hasta Villa Biarritz, doblar después por Ellauri y salir al costado de Pta. Carretas. Pensé que iba hasta Bvar. Artigas ... pero bajó por las canteras hasta la Rambla y subió por Jackson. En el cruce con Rivera, un taxi redujo levemente la marcha y Pablo cruzó, con un bocinazo que retumbó cerca de mis oídos. Salimos por Fernández Crespo hasta el Palacio Legislativo, y tomó por Agraciada. Casi llegando a Av. Suárez, ve un ómnibus en la parada con un diseño pintado atrás, y piensa que está roto con el motor abierto ... "cada vez vemos menos, compañero". Finalmente, llegué sano y salvo, gracias a la enorme amabilidad de Pablo y Sra., pero le prometí que contaría esta anécdota. El próximo regalo a Pablo será un plano de Montevideo.
Fuente: http://jxavierrunner.blogspot.com/
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