sábado, 18 de julio de 2009

Una generación que toma del pico

¿Vos viste cómo están chupando los gurises?
¡

Se están tomando todo!

¡Noooo!

No es que me haga el angelito.

Yo tomaba también.

Tomo.

Pero… ¡¿Así?!

¿Los has visto?

¿A tus hijos?

¿Vos sos de los que se hacen los distraídos o la tenés clara?

Cuando salen los fines de semana… ¿A dónde te crees que van?

¿Vos pensás que los demás sí, pero los tuyos no?

¡Se están tomando todo!

¡Nooooo! ¡No podés comparar lo que tomábamos nosotros con lo que toman
ahora!

Mirá… para empezar arrancan a los 13 años.

Hacé memoria: ¿Qué estabas haciendo vos cuando tenías 13 años?

Estabas en primero o en segundo del liceo, en la escuela industrial.

Volvías al barrio a remontar una cometa, a acomodar las muñecas en el estante.

¡No seas malo!

¿Cuándo empezaste con el chupe vos?

¿En los bailes?

Pero… un vermouth o una cañita.

Los gurises mezclan todo.

¡Tooooodo!

Mirá que no me estoy poniendo de angelito, lo que pasa es que me da pena
verlos.

Tomábamos un par de tragos y hasta nos daba vergüenza que la compañera de
baile nos sintiera aliento a alcohol.

Masticábamos un chicle.

Ellos mezclan cosas que no deberían mezclar.

Vodka, vino, gin, cerveza, todo sirve.

¿La idea? … mamarse en el menor tiempo posible.

¿No me crees?

Salí una noche y los vas a ver.

Andan con las botellas de cerveza en la mano tomando del pico.

Andan con las botellas de plástico rellenas con líquidos de todos los colores.

Andan con las cajas de vino como si fueran termo y mate.

¡¡Noooo, no son bichicomes! Son los gurises nuestros, bien vestidos.

¿Te acordás de los caminantes? Ni ellos tomaban así por la calle.

No son tipos grandes, en algunos casos son botijas.

Chiquitos, indefensos, vulnerables.

¿No estará tu hija?

Cada uno lleva de su casa lo que consigue y lo mezclan con lo que consiguieron los demás.

Le agregan una Fanta o un Pomelo, lo estiran y reparten.

La multiplicación de los vinos.

Llevan unos pesos cada uno y compran lo que falte.

En la estación de servicio, en el mini-markets, en el Fast, en el Provitodo, en el 24 horas.

¡No sea malo tritrí!

Me acuerdo cuando me llevaron a casa entre tres, pero fue una vez en un cumpleaños de quince.

Seguro que fue con un clericó con manzana rayada y un poco de vino blanco cabezón.

Después estuve seis meses sin pisar un corcho.

Y por más que haga memoria no recuerdo otra borrachera más o menos azul.

Le dicen “La Previa”.

Salen a la hora en que nosotros volvíamos.

Se juntan, toman, miran tomar y los miran tomar.

Las mujeres a la par de los varones.

Para ellos es natural emborracharse, es más…emborracharse no es un accidente: emborracharse es el objetivo.

Se están matando.

Me da mucha pena.

Vuelven a las 4, a las 5, a las 6 o no vuelven.

Eligen para dormir la casa de alguno/a de ello/as que los padres hayan salido ese fin de semana.

Tienen entre 13 y 30 años, pero la mayoría está entre los 18 y los 25.

Llegan caminando, en moto o en auto.

No es la unanimidad la que toma, pero los que se emborrachan lo hacen por unanimidad.

Prefieren tomar ahí porque en el boliche es más caro y por sobre todas las cosas porque allí se pueden comunicar. La música de las discotecas no les permite escucharse.

Prefieren ese lugar porque lo han conseguido como propio.

Eso es lo que hacen: ocupan lugares públicos.

Las plazas, las plazoletas, las esquinas, las ramblas, los parques y los jardines son los nuevos bares sin techo, sin mozo y sin mostrador.

Se convidan entre ellos, comparten el mismo pico.

Pertenecen a todos los estratos sociales, la mayoría vive con sus padres, llegan desde distintos niveles económicos.

El cigarro y el porro son los primos hermanos de esas botellas.

Se están dando a matar.

No son marginales.

Son solidarios entre ellos, se ayudan, se atienden cuando la borrachera pega fuerte.

Se sienten parte del grupo. Tienen sentido de pertenencia.

Los podés ver en la rambla de Punta del Este o en cualquier rambla del Río Uruguay.

Los podés ver en la Plaza de Durazno, en el Euskalerría, en el Prado de Florida, en el Parque Posadas, frente a algún cyber, en los alrededores de una discoteca o de una estación de servicio de cualquier ciudad del paisito.

Es lo mismo que está pasando desde hace más de diez años en otros países.

Ocupan los lugares públicos a la noche del viernes y del sábado para tomar alcohol hasta el hartazgo.

En España se llama el Botellón, en otros lugares tiene otros nombres como la Campanada, la Previa, la Barrilada o el Botelleo.

Ellos encontraron sus espacios propios.

Sin intermediarios.

Autogestionados.

Ellos son los promotores, los usuarios y los que limp… no, limpiar no limpian. Allí quedan los envases, los vidrios rotos, los vómitos y la orina con su olor ácido esperando para atacarnos a los que pasamos temprano a la mañana.

Cuando salen para el boliche o para un cumpleaños ya van borrachos.

Algunos lo hacen para desinhibirse y encarar sin mucho freno.Se están dando a matar.

Toman por tomar.

Te lo voy a decir clarito: Está de moda empedarse.

No les da vergüenza….lo disfrutan

Toman para divertirse, para experimentar nuevas sensaciones, toman para evadirse.

Toman solamente los fines de semana.

Las iniciales serían O.J.N. (Ocio Juvenil Nocturno).

Y después viene lo peor.

Porque absolutamente borrachos muchos de ellos se suben a las motos o a los autos.

¿Has visto los informativos?

“El auto circulaba a gran velocidad conducido por un joven de 18 años, acá vemos los cuerpos de los…”

Absolutamente borrachos mucho/as de ello/as mantienen relaciones sexuales.

¿Te acordás? Nosotros eso lo pagábamos con un embarazo, hoy te lo pueden cobrar con un SIDA.

Al otro día no se acuerdan de nada.

¡Noooo!

Esta no es la Rebelión de los Adolescentes.

¡Noooo!

Esta no es la Trasgresión Juvenil.

Esta no es la Rebeldía Púber ni la Contracultura del Oprimido.

Esto se llama BORRACHERA.

Dicen algunos especialistas -y parecería que dicen bien- que acá lo que hay es simplemente ganas de mamarse.

Rebeldía bien controlada por el sistema.

Es como si los adultos hubiéramos llegado a un acuerdo con los jóvenes: Está bien, chupen los fines de semana y no rompan mucho las pelotas los días restantes.

Denle de punta a la revolución de la orina contra la pared, a la contracultura del vómito, eso sí…. no pretendan muchos cambios más.

Estas son las nuevas reglas del mundo adulto.

Tomen y no intenten cambiarlas.

Y tomen.

Acá tienen libertad, se la brindamos en bandeja.

Pueden usarla para mamarse ocho noches por mes.

Y perdonen nuestros pecados.

¿Qué fue lo que pasó mientras estábamos ocupados convirtiéndonos en adultos?

Dicen algunos expertos que nosotros estudiábamos hasta darnos contra una profesión o algo que se le pareciera.

Por eso parece que conseguíamos cierta autonomía y cierta independencia cuando pisábamos los 25.

Parece ser que aquellos tiempos se terminaron, entre otras cosas porque hay muy poco trabajo y ya no existen garantías para los pocos puestos que quedan.

Parece ser que cada día piden más capacitaciones, cada día los pasean más de un lugar a otro en sus trabajos, cada día alargan más la adolescencia, y como habrás visto adolescencia rima bastante bien con dependencia.

Y por ahí andan los gurises participando socialmente en lo poquito que el sistema le permite: salen a consumir ocio como una de las pocas formas de participación social.

Por eso valoran especialmente la conquista de los espacios públicos.

“Si no hay casa, buena es la plaza” parecen decir en todas las ciudades.

Y eligen horarios en los que nadie les disputará el lugar.

Dicen que les prohibimos el exceso de velocidad pero les construimos motos y autos cada vez más potentes y los ayudamos a comprarse en cuotas las motitos asesinas y suicidas.

Dicen que les prohibimos tomar en la calle a la vez que les pagamos sueldos miserables insuficientes para tomar en un boliche.

Dicen que les prohibimos fumar y mientras tanto los senadores que votaron la ley antitabaco, fuman en sus despachos del Palacio Legislativo.

Dicen que no los dejamos estar en la calle pero no damos ninguna facilidad para acceder a su primera vivienda.

Dicen que hacemos leyes para que no puedan fumar adentro de los boliches y después nos quejamos del ruido que hacen en las esquinas.

Dicen que no queremos que tomen y mientras tanto nosotros vaciamos botellas frente al televisor.

Dicen que nos quedamos congelados en un discurso de 1960.

Dicen que a pesar de las promesas que les hicimos cuando iban a la escuela, no hemos sido capaces de cambiar la realidad.

Dicen que tampoco lo han podido hacer los políticos que votamos, porque hace tiempo que los políticos no mandan en estos países de América Latina.

Dicen que ellos son nuestros hijos. Que son nuestro producto.

Dicen que los límites no se ponen a los 15 años cuando te ofrecen un porro.

Dicen que el límite debió aparecer antes que el chupete.

Dicen que son lo que nosotros quisimos que sean.

Lo lamento hermano, hemos parido al Uruguay Borracho.

La América Latina en pedo.

Podría contar para terminar, que un gurí se abrió el cráneo chocando con una columna.

Pero creo que más duro que esa anécdota es lo que sucedió en mi pueblo el pasado fin de semana.

Dice el comunicado de la policía que… “un joven en avanzado estado etílico en la madrugada ingresó a la vivienda cita en la calle tal y tal, se quitó la ropa y se acostó a dormir.

Un matrimonio de veteranos observaba con asombro, como un joven que no era su hijo se acostaba en la cama de su hijo.

Los propietarios de la finca invadida no quisieron hacer la denuncia”.

Están dando lástima

No consiguen ubicar su propia casa para volver.

Cualquier cama les da igual.

Me da pena.

Somos los padres del Uruguay Borracho.

En algo le erramos, hermano.

¿No estaremos a tiempo de hacer algo?

Aunque más no sea, deberíamos invitar a los gurises a conversar y tomarnos una juntos.

Marciano Durán
Mayo 2006

Fuente: http://www.marcianoduran.com.uy/

1 comentario:

gaby(las saladas) dijo...

excelente tú crónica,es tal cuál lo decís..mete miedo..mucho miedo..tengo 29 años ,soy madre de una niña y me aterra pensar en su futuro ..trato de poner límites pero me aterra...gracis por tus crónicas.