El golpe de calor es uno de los enemigos más frecuentes del deporte cuando este se practica al aire libre en épocas de verano. Cuando un deportista está realizando sus ejercicios en un contexto de elevada temperatura ambiental suele surgir este problema. Los síntomas que se presentan son varios. Primero la piel suele estar seca, enrojecida y caliente.
Generalmente la persona sufre cefaleas, convulsiones y actúa de manera extravagante. Es el primer aviso. De ahí se pasa a la pérdida de consciencia y en el peor de los casos al coma. Asimismo la temperatura rectal es inferior a los 40º.
Emergencia médica
En el tratamiento del golpe de calor cada minuto cuenta. Cuando la temperatura interna corporal es muy alta, las células corporales y las del cerebro comienzan a morir y por lo tanto enfriar rápidamente es crucial.
Los signos iniciales son pequeños cambios que afectan al sistema nervioso central (SNC) -alteración en el razonamiento o conducta- y una temperatura corporal sobre 40-40,6ºC (104°-105°F).
Cuando un deportista se desmaya, la mejor medición de temperatura corporal es la rectal; la temperatura oral, axilar, o la del canal auditivo no son buenos substitutos.
Los signos de enfermedad avanzada son el desmayo con la piel húmeda, temperaturas internas sobre los 41-41,7ºC (106-107°F) y evidentes cambios en el SNC —delirio, letargo, convulsiones, o coma (Roberts, 1998).
Enfriar es el primer paso
El tratamiento "in situ" es enfriar rápidamente. No hay manera más rápida de enfriar a un deportista que sumergirle completamente en una bañera de agua helada.
Sumerja el tronco desde los hombros a las caderas. Las investigaciones sugieren que la inmersión en agua helada enfría al corredor el doble de rápido que ventilarlo mientras está envuelto en toallas mojadas (Armstrong y cols., 1996).
Los infantes de Marina también usan enfriamiento con agua helada (Kark y cols., 1996). Algunas investigaciones de campo recientes con corredores sugieren que el agua fría podría enfriar tan rápido como el agua helada (Clements y cols., 2002).
Vigilancia
Mida la temperatura rectal, estado del SNC y signos vitales del atleta cada pocos minutos. Es muy útil para estas medidas contar con una sonda rectal flexible con termómetro que se pueda dejar introducida. Para prevenir el sobre-enfriamiento se ha de sacar al deportista del baño cuando la temperatura rectal baje de 39ºC (102°F). Utilizando estos procedimientos, a un deportista se le puede enfriar desde 43ºC (@ 110°F) hasta 39ºC (@ 102°F) en 15-30 minutos (Roberts, 1998).
Transportar es el segundo paso
Enfríe primero y transporte después. Envíe al deportista con golpe de calor al hospital tras haberlo enfriado. La tasa de recuperación cuando se enfría rápidamente es cercana al 100% (Kark y cols., 1996). De hecho, el enfriamiento rápido puede permitir que el atleta se valga por su propio pie en breve. Por ejemplo, en la carrera anual de Falmouth Road, hasta 10-15 corredores se desmayan con temperaturas de 41-43ºC (@ 106-110°F), pero en la última década casi todos estos corredores, tras inmersión en agua helada, han conseguido irse por su propio pie.
A los corredores que sufren este cuadro se les observa después de enfriarlos durante 20-60 minutos para asegurarse de que beban y que tengan signos vitales normales y capacidad cognitiva normal (Roberts, 1998).
Recuperación
Necesitamos más datos sobre la recuperación del golpe de calor. Anedócticamente, la mayoría de los corredores a los que se les enfrió durante la carrera vuelven a competir en pocas semanas tras el episodio.
Algunas investigaciones sugieren que los pacientes de golpe de calor pueden desarrollar intolerancia al calor bien breve o crónica, pero no está claro si esta reacción es innata o un resultado del golpe de calor (Shapiro y cols., 1979). Otras investigaciones sugieren que el 90% de los pacientes de golpe de calor tienen una tolerancia al calor normal en dos meses (Armstrong y cols., 1990).
El seguimiento de larga duración de 922 casos de enfermedad por calor en los Infantes de Marina es alentador; la recurrencia de episodios de enfermedad por calor es de menos de un 1% en estos soldados cada año (Phinney y cols., 2001). Parece probable que la mayoría de los deportistas tratados rápidamente cuando aparece el golpe de calor y educados en su prevención, pueden volver a practicar su deporte de manera segura en unas pocas semanas tras el episodio.
Beber con tiento.
En verano es preferible moverse cuando menos aprieta el calor: a primera hora de la mañana o última de la tarde. Y no hay que descuidar la hidratación: Es preciso tomar líquidos, agua o bebidas isotónicas, . Cada veinte minutos, un vaso pequeño, aunque no se tenga sed.
Es mejor beber de forma frecuente poca cantidad que beber pocas veces pero mucho; esto sólo hace sufrir al tener el estómago lleno. Sin líquidos, a su cuerpo le costará mucho sudar y mantener la temperatura idónea. Y si suda mucho, además de líquido pierde sales minerales que son necesarias para la mecánica del cuerpo. Al terminar, más de lo mismo, beba tanto como necesite.
La hidratación ayuda a prevenir el golpe de calor pero no hay ventajas adicionales por beber más de lo que se suda. De igual manera, no es necesario sobrehidratarse la noche anterior o las horas antes de una carrera larga o un entrenamiento. Enseñe a los deportistas a beber conforme a sus necesidades individuales.
Durante los entrenamientos péselos antes y después del ejercicio y aprenda cómo ajustar la cantidad ingerida para minimizar el déficit en peso corporal. Si hay pérdida de peso, la rehidratación tras el ejercicio es crítica; beba 625-750 ml de fluido por cada 500 gramos de pérdida de peso corporal (20 a 24 oz por cada libra de peso perdida). Coma también alimentos con alto contenido de agua (frutas y vegetales).
Una bebida deportiva es mejor que el agua sin más porque contiene azúcar para dar energía a los músculos y el cerebro, el sabor incita a beber y el sodio conserva el fluido en el cuerpo y ayuda a recuperar las sales que se pierden en el sudor.
Fuente: Deporte y nuticion.
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