Esta mañana recibí la noticia -dura y fría- mediante un mensaje a mi celular, sobre el fallecimiento ayer a última hora de Don Luis, Presidente de nuestra Agrupación de Atletas del Uruguay.
Lo conocí poco, pues nuestro trato fue durante escaso tiempo, y puedo considerar que era una persona de pocas palabras. Frontal y directo, no necesitaba hablar para expresarse.
Aprendí a respetarlo primero por su condición de hincha aurinegro, siempre luciendo con orgullo la camiseta de nuestro querido Peñarol. Inmediatamente vino mi admiración por su temple y coraje, pues pese a su edad (creo que tenía algo más de 75) corría en cuanta carrera hay, y lo hacía muy bien. Es más, en mis inicios fue un referente al que tenía que ganarle ... estoy seguro que a él no le importaba, pues siempre tenía la palabra de aliento para "empujar" a los que nos quedábamos o aflojábamos en el esfuerzo. Ese respeto se incrementó notoriamente cuando lo traté un poco más por la carrera que organizamos en Sayago el año pasado, donde nos dio una mano fundamental. Y siguió con el trato fraterno en cada oportunidad en que asistí a la sede de la AAU. Era una especie de padre para todos nosotros, a quien se podía recurrir cuando lo necesitábamos, pero que también dejaba crecer a quienes lo rodeaban.
Por eso, cuando hace unos días recibí la noticia de su internación en CTI con un derrame cerebral, me sentí "tocado".
Con la incomodidad propia de quien siente que debería hacer algo para ayudarlo, pero que no sabe cómo ni qué. Me limité a transmitirle a nuestro capitán Rai, que avisara si se necesitaba algún tipo de ayuda.
Esta mañana, al enterarme de su fallecimiento, me sentí mal. El impacto -de alguna manera era una noticia esperada- me sorprendió, pues como ya dije, no tenía un trato cercano, aunque así lo sintiera.
Cuando leí la noticia en la página de la AAU, sentí que había estado bien acompañado por su hija, y por el Vicepresidente y el Secretario General de la AAU, lo que en cierta manera me alivió un poco.
Don Luis no se murió, sino que se sembró.
A partir de hoy nos falta un amigo, pero de la mejor manera, es decir extrañándolo.
El desafío ahora es tratar de estar a su altura y continuar con su tarea en la Agrupación.
A su familia y amigos, un abrazo fraterno y solidario.
Fuente: http://jxavierrunner.blogspot.com
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