En el Legendario Club Cabrera fue la primera vez que se subió a un estrado para dirigirse a sus amigos, porque acá no hay electores, coexisten los amigos en una perfecta armonía.Una vida dedicada enteramente al deporte, de perfil bajo, sereno, con una personalidad de antaño, de aquellos caudillos que son incapaces de ni siquiera levantar el tono de voz y mucho menos de herir a alguien con sus afirmaciones o manera de ver al mundo.
Poseedor de aquellos códigos que se han perdido en este mundo tan veloz, y tan carente a veces, de valores.Un caballero de fina estampa, como cantaría Caetano Veloso, con un compromiso absoluto con esta entidad deportiva, transformándose en el presidente que nunca faltó a alguna reunión de directiva, a alguna etapa, o algún compromiso que requiera su presencia.
Fue un transgresor, de la máquina de escribir a dominar los “mails”, los mensajes de textos, los celulares, y con la capacidad increíble de agiornarse a una modernidad informática y tecnológica que no lo pudo dejar en el olvido.
Luis fue la opinión de cabecera de una directiva técnica, política y deportiva, fue indudablemente la opinión experiente, el mediador tal vez, cuando las ideas se debaten con ímpetu, con la única finalidad de seguir afianzando esta entidad.
Y allí se lo veía, primero en llegar y el último en irse, con sus 75 años, fue un deportista nato, indiscutible por la afición deportiva que lo admira y lo reconoce, porque inspiró esa sana envidia, luciendo aquella casaca aurinegra, alguna vez obsequiada por José Maria Lombardo – ex presidente de la C.A.U., y que hoy es referencia directa de esta comunidad deportiva.
Para los grandes, fue el ideal ejemplo a seguir, por su perseverancia, y por su impecable estado físico, y fundamentalmente por su sensible y honesto estado del alma, ese que tanto proclamó el desaparecido cura jesuita Perico Pérez Aguirre.
Para los mas chicos, “ el presi” como se lo conoció, fue marca registrada de la Agrupación de Atletas del Uruguay, que originó ese sabio mensaje de salud, de compromiso y de honradez.
En aquel entrañable club, le escuché decir “solo pido, que no me dejen solo”, y al parecer fueron escuchadas sus plegarias, hoy este hombre fue rodeado por una asociación civil de más de 800 personas, con carreras que superan el millar en cuanto a la participación y concurrencia.
Vaya si lo habrían escuchado! Su mensaje fue reproducido hasta en los lugares más remotos de nuestro país, y se susurra en cada etapa: “a no dejar solo al Presi”
Fuente: Halcones
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