El chileno Roberto Carlos Echeverría inscribió su nombre por primera en el historial de la Corrida Internacional de Crónica, estableciendo un registro record de 50.31 para el actual circuito. Sus escoltas fueron José Eloy Cícero (Brasil) 50.51 y Leonardo Junior Da Silva (Brasil) 51.32. La convocatoria en Mayores contó con la participación de 575 atletas de Argentina, Chile, Brasil, Perú, Kenya, Estados Unidos y Bélgica.
Bajo el cielo celeste cielo, con varias pinceladas con forma de nube, temperatura agradable, la brisa que acariciaba los rostros imperturbables, y el cerro Chenque como testigo mudo, más de medio millar de corredores le dieron color y calor, cantidad y calidad a la prueba más emblemática de La Patagonia argentina.
A la hora de levantar el telón, el peruano Serapio Galindo y el chileno Roberto Echeverría se presentaron como los principales actores para ganar protagonismo. Fueron los que mostraron el camino del grupo que completaban Gustavo Comba, José Cícero, Julius Ronoh y Nahashon Mwaniki.
La decisión de salir a buscar la carrera quedó plasmada a los 1000 metros con un parcial de 2.58, suficiente para marcar distancia sobre el segundo pelotón que integraban Wilson Videla, Santiago Figueroa y Jorge Mérida.
El tránsito por la costanera y el aire marino proporcionó a los atletas el suficiente oxígeno para meter un segundo parcial de 2.50 con Echeverría dibujando la huella a seguir. Como fieles cancerberos continuaron Gustavo Comba, José Cícero, Julius Ronoh y Nahashon Mwaniki. Por entonces Santiago Figueroa resignaba terreno quedando a 50 metros de la punta.
El grupo de los cinco mostró al chileno de Cunco sosteniendo un ritmo infernal cristalizado en el crono de 2.57 para el tercer parcial de 1000. Mantener los parciales de referencia presagiaban un tiempo final que podría rozar una de las mejores marcas de esta tradicional Corrida popular.
En plena trepada de la Avenida Rivadavia y con 11.50 de competencia, Echeverría se cargó definitivamente la carrera sobre sus espaldas e hizo el esfuerzo necesario para marcar diferencias. Primero saltó del pelotón perseguidor el peruano Galindo y luego hizo lo propio el bonaerense Comba.
Todos empujaron en una trepada demoledora. Mientras los atletas derrocharon singularmente su generosidad física, la multitud formó un verdadero cordón humano que alentó incesantemente el paso de cada protagonista.
A los 14.20 de carrera, los vanguardistas emprendieron la pendiente descendente de Avenida Rivadavia. Un minuto y 10 segundos después entraron en Alem a pasos agigantados. Se agrandó Echeverría, pero a su vez crecieron Comba y Cícero, sin resignarse Galindo, y cediendo unos metros el kenyata Mwaniki.
A los 17.50 de competencia, Comba neutralizó a Echeverría y establecieron una diferencia de 20 metros sobre el brasileño Cícero.
Comenzó otra carrera. Con la táctica expuesta, pero con el plus que le otorga cada uno de los protagonistas, la prueba adquirió dimensión notable. El pueblo volcado a la calle enloqueció con el paso de los atletas dueños de la situación.
Gustavo Comba no quería resignar su reinado, pero la carrera técnica planteada por Echeverría y Cícero tuvo sus frutos cuando a los 20.34 el carioca cambió el ritmo y propuso otro cambio de escena. Así, Echeverría erigido en actor principal comenzó a verse amenazado por la avanzada del brasileño que capturó a Comba, a quien rápidamente dejó fuera de la discusión por el primer puesto. Más atrás lo notorio resultaba el esfuerzo descomunal que realizaban Santiago Figueroa y Leonardo Da Silva por ganar o mantener posiciones.
A los 24.20, José Cícero consiguió igualar la posición de Echeverría, quedándose Comba y creciendo Da Silva.
Cuando el crono dibujó 27.02 de carrera, Cícero y Echeverría demostraron que ambos estaban más vivos que nunca, y metieron un parcial de 2.58, el que repitieron al trasponer los 10 kilómetros con 30.03.
En el kilómetro 11 marcaron un parcial de 3.04 para totalizar 33.08. Los principales dueños del escenario abrieron el camino de la Corrida más rápida del nuevo milenio.
A los 35 minutos de competencia, sobre el asfalto de la Avenida Kennedy, Cícero pegó el palo y agigantó su figura aventajando por 20 metros a Echeverría, mientras que a 300 metros asomaban Comba y Da Silva en la puja por el tercer lugar.
Esta verdadera fiesta del pueblo comodorense adquirió otra dimensión, por demás notable, y con un juego de emociones que erizaba la piel.
La táctica planteada por Cícero alcanzó su beneficio, pero el inquebrantable corazón del trasandino fue decisivo para que a los 40.50, en la intersección de Avenida Kennedy y Estados Unidos, ambos quedarán igualados en el primer lugar.
Resultó conmovedor el esfuerzo puesto de manifiesto por estos atletas que apostaban todo a más.
En el marco de esa enconada lucha, el gladiador chileno decidió ir por más y dio el golpe definitivo que terminó con todos los sueños del estratega brasileño. Echeverría se catapultó a la punta para no abandonarla hasta el final y cuando el reloj marcaba 42.47 de carrera, metió otro parcial de 3.05 para escaparse 40 metros. Respaldado por un envión anímico y el corazón sobre el pavimento, agigantó sus pasos, sostuvo un ritmo regular que le permitió cruzar los 15 kilómetros en 46.14 con una ventaja indescontable de 100 metros sobre su inmediato perseguidor.
Con el ulular de las sirenas y el grito desenfrenado como aliento de ese enorme pueblo de la capital del petróleo, Roberto Carlos Echeverría encaró la última milla de la competencia de cara a la vida y con sentimiento puro.
Su recorrido por los últimos metros resulta inenarrable para este atleta de la IX Región chilena que se planteó esta corrida como "un gran desafió y una sana revancha" de lo que ocurriera en el año 2007 (fue 2º, perdiendo el mano a mano final con Gustavo Comba).
Su figura vestida de rojo, quizás como muestra del fuego sagrado que tienen los grandes, emergió en toda su magnitud y brilló como nunca en esta constelación de estrellas del atletismo sudamericano presentes en esta jornada.
Ganó Echeverría y estuvo bien. Ahora se permite colgarse de una nube para seguir soñando con transportarse hacia los Juegos de "Beijing 2008".
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